Un euro más que el que más gane

modeda de euroPartiendo de la evidencia de que no existen grupos de personas que sean intrínsecamente malvadas (aunque sí que es cierto que unos sectores son más degenerados que otros) se hace necesario comprender cómo una serie de personas puede sentirse legitimada para decidir sobre los demás. Teniendo en cuenta que el tema sería amplio de tratar me gustaría centrarme aquí en un único aspecto que, por lo que llevo visto, parece que se suele pasar por alto en el reciente conflicto de los controladores acaecido en España.
Fabio Capello siempre pide como sueldo un euro más que el sueldo del jugador mejor pagado. Como entrenador experimentado que es ha aprendido que resulta complicado ejercer como figura de autoridad sobre alguien (en este caso sus jugadores) que gana más dinero que él mismo. Ciertamente esto delata un marco con una pobreza humana muy grande. Principalmente para los que deben de admitir la autoridad, pero también para el que se ve absorbido y acaba transigiendo con este orden de valores para hacerse valer. Lo remarcable de esta situación es que el dinero se consagra como el rey que otorga dignidad. Una cualidad económica que se extiende al ámbito moral de manera similar a la creencia de la primitiva herencia puritana norteamericana bajo la que el que poseía más dinero era el bendecido por Dios.
Esta visión simplista no sólo pervive en la sociedad moderna sino que además es azuzada por el actual sistema económico. Fruto de ello nos encontramos con que infinidad de personas se encuentran en el caso de los mencionados futbolistas, el de contemplar la propia valía y la de los demás teniendo en cuenta el poder económico de cada persona. Si centralizamos nuestra atención en el status de los controladores observaremos que el hecho de que el que este grupo de personas se sepa excelentemente pagado induce a la mayoría a sentirse legitimados en mayor medida en sus acciones. Al parecer paralelamente se ha dado la circunstancia de que ha habido una explotación de este colectivo por parte de sus superiores, cosa que ha acarreado la peculiar situación de que personas muy explotadas vean agredida la alta imagen que tenían de sí mismas y, consecuentemente, se sientan con potestad suficiente para ejercer las más audaces acciones.
Así pues, después de que pase la confusión que siempre genera toda actualidad, se hace necesario comprender uno de los verdaderos problemas que se encuentran detrás de todo lo que ha pasado y que no es otro que el vernos sumidos en un orden de valores materialista en el que las personas quedan cosificadas según cifras económicas.

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