Jaime Giménez Arbe ("El solitario") y la ficción

Jaime Gimenez Arbe - El solitario

Desde el punto de vista simbólico al banco se le han podido encontrar muchos significados y asociaciones. Una de las más que me parecen más interesantes fue la que supo mostrar Steinbeck en “The grapes of wrath” (“Las uvas de la ira”). Allí el banco se convierte en una máquina inhumana, una entidad que lleva a miles de familias inexorablemente hacia la ruina sin que se tenga un enemigo al que devolverle el golpe. Esto es quizás lo más frustrante para las víctimas porque no se puede arremeter contra él como si fuese una persona la que agrediese ya que es informe. Es la herramienta del sistema que se sirve de ti y te explota todo lo que puede hasta que no te queda nada dentro.
Pero el banco no es sólo esta máquina inhumana. Una de las características del banco es que cada uno de ellos ha crecido a base de multitud de esfuerzos de miles de personas. Los esfuerzos son sobre todo los que tanta gente ha tenido que llegar a hacer para poder entregar sus ahorros. Y es aquí, en el dinero, donde se plasma la codicia y el resto de miserias que suelen estar vinculadas al “vil metal”. Entonces el banco se acaba convirtiendo en una alcantarilla a la que llegan aguas fecales desde todos los sectores de la sociedad. El banco es el imán que atrae estas sustancias y el aglutinador que les da una nueva forma después de recibirlas. A estas alturas golpear al banco se convierte en algo lícito porque es la representación de la inmoralidad de las personas. Es verdad que, como señalaba Steinbeck, el monstruo no tiene cabeza, pero al menos tiene tentáculos. Destruir los tentáculos puede ser un camino para terminar con este ser que ha recibido casi tantos ríos de miserias como injusticias ha creado la sociedad. Lo fundamental es terminar con el actual orden de cosas, arrasar de tal manera que no quede nada de lo viejo piedra sobre piedra, para que así pueda crecer algo que no sea torcido.
Esta imagen del banco como aglutinador de los residuos humanos no es originalmente mía aunque me haya tomado la libertad de amoldarla a mi gusto. Procede de “Sobre héroes y tumbas”, la novela de Ernesto Sábato. En ella el personaje de Fernando Vidal Olmos pasa sus años de juventud vinculado a grupos anarquistas y atracando bancos. Bancos que son símbolos del sistema capitalista y que como tales deben de ser derribados.
Es importante destacar que el objetivo del atraco a un banco no es el tradicional. Ya no se atraca por codicia, se atraca para derribar, para crear un orden nuevo (¿quizás el caos?). El robo tradicional no cambiaría nada del estado de cosas, sólo repetiría el ciclo. Por este motivo el criminal ordinario me suele resultar bastante aburrido. Los criminales que más me nteresan son los que tratan de resolver conflictos existenciales. En cierto modo son personas tan aquejadas por un problema como lo pueda ser un artista o un intelectual, la diferencia es que han tomado otro camino para resolverlo.
La etapa de atracador de Olmos fue la época de su vinculación con el anarquismo. Esta nexo entre anarquismo y ser salteador de bancos no está sólo en la ficción, también lo tenemos en la vida real, y muy próximo. Jaime Giménez Arbe, alias “El Solitario”, se declaró repetidamente anarquista y, por lo tanto, otorgaba a los atracos a bancos que había hecho una función social. En principio parece claro que la relación es idéntica. También es cierto que la “función social” de Arbe era menos idealista, ya que en realidad buscaba su propio beneficio. Este lucro personal, como ya dije, tiraría por tierra el perfil de un genuino criminal. Sin embargo hay más características curiosas en la personalidad y “obra” de Arbe que lo hacen especialmente interesante.
Arbe no es un criminal ordinario, su vinculación con la música, al igual que con el crimen, viene desde su adolescencia. Él mismo recuerda que: "La primera vez que estuve en la cárcel (Carabanchel), cuando tenía 16 años, fue por robar cuatro guitarras eléctricas y un equipo de voces para poder cantar. Estuve nueve meses del año 1972. Aquello me dejó un trauma terrible". Ya al poco de ser detenido se hicieron públicos muchos datos de su vida privada. Varios de ellos hacían alusión a sus gustos musicales o incluso a él mismo como instrumentista. Precisamente este nexo entre el arte y el crimen es lo que escandalizó a muchos músicos. Resulta que el criminal más buscado de todo un Estado tenía los mismos y coherentes gustos musicales que miles de músicos que cada día ponen todos sus esfuerzos en abrirse paso en la vida y en su faceta artística. ¿Qué puentes podían unir a una persona así con miles de inocentes?.
Es conocido que el carácter de Arbe es muy violento. Pese a su negación repetida de los asesinatos por los que ha sido condenado éstos coinciden perfectamente con el resto de su perfil psicológico. Pero, aunque asesinar sea lo más extremo de la personalidad agresiva de Arbe, esta vinculación con la violencia ha sido una constante en su vida. Con sus vecinos ha tenido fortísimas trifulcas. De las que conocí me llamó mucho la atención una en la que un vecino suyo avisó a la policía debido a que estimaba que el comportamiento de Arbe era ilegal. Una vez llegaron los agentes, el Solitario, lejos de sentirse intimidado, invirtió su papel de víctima hasta llegar a ser el agresor. Comenzó a sacar fotografías de los agentes mientras los amenazaba con denunciarlos. Ante la presión de Arbe los policías terminaron por escapar del lugar. Bueno, supongo que además del hostigamiento de Arbe imagino que la ignorancia y el miedo de los agentes hizo el resto para que los cazadores se convirtiesen en cazados.
Sus atracos, que durante bastantes años tuvieron en jaque a medio país, también eran reflejo de su personalidad autosuficiente. Arbe, al igual que intelectuales como Freud, había aprendido de la vida que hay que valerse por uno mismo. Este rasgo, que al impedir la confianza y la comunicación con los demás hace inválida afectivamente a una persona, es muy interesante para un criminal. Aunque la vida ordinaria no da demasiados motivos para confiar en el prójimo, en el crimen parece seguro que debe haber todavía menos. Así pues es mucho mejor depender lo menos posible de terceros y aumentar de esta forma las posibilidades de no ser cazado.
La autosuficiencia, que seguramente también lo dominaba en el resto de facetas de su vida, lo hacía igualmente en el crimen. Pero el crimen no era un tosco y precipitado movimiento para Arbe. Por el contrario estaba más cercano a la personalidad paranoide y minuciosa del Raskolnikov de Dostoievski en “Crimen y castigo” que a un vulgar salteador. "El Solitario" preparaba concienzudamente sus atracos. No sólo por el estudio del lugar concreto, también por las vías de escape o por otra infinidad de detalles. La preparación autosuficiente comenzaba en el taller que se había construido en su casa. Allí, haciendo más uso del ingenio que de la comodidad, diseñaba toda clase de aditamentos que le permitiesen ser completamente autónomo y dirigirse por sus propios medios. Por ejemplo, después de los atracos solía pernoctar en su furgoneta e incluso iba provisto de gasolina para evitar tener contacto o dejar rastros que pudiesen suponer indicios que llevasen a su captura. Algo muy distinto a dormir plácidamente en un hotel como algún terrorista parece ser que imprudentemente ha hecho.
Arbe, cuyo padre fue íntimo amigo del poeta José Hierro, ha demostrado estar asqueado de lo que significa una existencia ordinaria de una persona de clase media. Es parejo al desprecio que
Bonnie & Clyde, otros insignes atracadores de bancos, muestran hacia el tedio cotidiano irradiado por la clase media. Para "El Solitario" la meta se encauzaba directamente hacia otro país, hacia una vida mejor. Recuerda esto bastante al Rico Ratso de "Midnight Cowboy” (“Cowboy de media noche”) que quería ir a la soleada California y dejar atrás el inclemente tiempo de su ciudad. La California de Arbe iba a ser Brasil y la mejora en el clima iba a ser, al igual que en la película, una evasión de un lugar insoportable.
Arbe, que se vio obligado a vivir en el anonimato, se mostró ávido de fama una vez que fue capturado. El crimen, que tantas subidas de adrenalina y orgullo le había dejado, también era una forma de trascenderse. Entonces, una vez que tuvo acceso a la fama, la recibió de mil amores porque ésta le proporcionaba otro camino más de inmortalizarse. En esto también habría un cierto paralelismo con el artista o intelectual. Ambos intentan resolver sus problemas existenciales mediante su obra y mediante el reconocimiento que los demás hacen de ella. Estas formas de trascenderse permitían en alguna medida a Jaime afrontar sus problemas, superar su vacío existencial y demostrar que era “alguien”.
En suma. Aunque, merced a sus propias incoherencias, el personaje no llega a ser del todo genuino sí que resulta interesante porque no es tan distinto a tantas otras personas célebres. Simplemente resolvía sus propios conflictos por otros medios.

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