La "Sociedad Vigilante" de Michel Foucault y la ley antitabaco

Prohibir el tabacoResulta evidente, aunque no se haya declarado de forma pública, que el objetivo a largo plazo de los gobiernos occidentales será la ilegalización del tabaco. Dejando a un lado el fin, habría que preguntarse sobre los medios.
La última de las leyes instauradas en España tiene la peculiaridad que nos remite al concepto de “Sociedad Vigilante" de Foucault descrito en "Vigilar y Castigar". El que todo el mundo vigile a todo el mundo queda expresado en el llamamiento público de la actual ministra para que todos los ciudadanos denuncien a quién infrinja la nueva normativa que impide fumar en bares y demás establecimientos públicos. En cuanto a elemento de control del sistema resulta idóneo. Tener un puñado de inspectores pululando en busca de algún delito resulta poco eficaz comparado con la posibilidad de conseguir que todo ciudadano se convierta en un policía. Recordemos que los policías funcionan como agentes del sistema. Es decir, su misión se ciñe exclusivamente a defender coercitivamente los postulados que se les ofrecen y no a cuestionarlos. Así pues los miembros del gobierno serán los únicos que serán libres de reflexionar y, al mismo tiempo, impondrán su doctrina. Ellos crean las reglas (que es lo que realmente cuenta) y los demás funcionarán acorde a ellas.
Lo importante de esta situación de ciudadanos-policías es la mentalidad que se fomenta y lo que significa un país constituido exclusivamente a base de policías. Para empezar se entra en un “juego del miedo”. Todos podemos ser denunciados por todos, así que cualquier elemento amigo es susceptible de tornarse enemigo y, además, es motivado para ello. Cuando las personas viven con miedo el proceso psicológico más frecuente es el de someterse al poder establecido y no a hacerle frente. Así sucede, por ejemplo, con las víctimas del maltrato de género que difícilmente encuentran fuerzas y ánimos para enfrentarse al poder que detentan sus agresores sobre ellas.
Aunque humanamente no sea lo más apropiado, para los dirigentes de Estado resulta idóneo un ambiente de temor. Es una forma cómoda de perpetuar su estatus y una manera disimulada de menoscabar a quién los puede sustituir, el pueblo llano.

0 comentarios: